ASÍ FUIMOS NOSOTROS ESA NOCHE
Será otra vez el sol cuando amanezca.
Será la luz intensa y amorosa.
Y será en la novelesca plenitud
que la ficción irá fecundando nuestra historia.
Es que una noche te encontré en un abrazo
y tu pelo se me enredó entre los dedos.
Mas todo fue tan fugazmente
como lluvia cayendo en los desiertos,
de la tristeza sin cielo ubicada
en la desolada aridez de nuestros puertos.
Pero es que siempre me parece que te acercas
aunque en el fondo sé que te vas yendo.
Y en esa noche de tramas y mímesis,
tu mano fue entibiando a mi mano,
como el sol a las álgidas montañas,
en las laderas de parodias e idiolectos...
En un baile lírico de homérico argumento,
por la fantasía narrativa de lo real e imaginario,
en la trágica amalgama de razón y sentimiento.
Nosotros, ondeando en los significados y significantes
de las románticas intrigas de los relatos y del tiempo.
Y a tu lado yo pensé en la primavera...
en una primavera fugaz que cabía entera
en las partes más bonitas de tu cuerpo.
Y supe que el amor todavía dura
en el cálido vientre de tu huerto,
y en el deseo caudal y torrentoso
que juntos navegamos mar adentro.
Pues es en el límite del valle y el desierto
que la vida brota con ternura,
y se aferra a semillas pasajeras,
en la vital frontera de un encuentro.
Así fuimos nosotros esa noche:
en un fertil y artístico contraste,
fuimos agua y arena simultanea
en las orillas difusas del silencio.
Y luego te perdiste en la nada...
en los palacios adyacentes a la memoria;
en los jardines sin luz de los recuerdos;
en las avenidas interminables de lo que falta;
y en la amarga carretera que concluye
en la desconsolada añoranza de tu cuerpo;
y en la poesía sensual de tu mirada
que súbitamente llega con el viento.
Y esa noche regresará inflexiblemente:
porque a pesar de que ella ya no existe,
como pasado siempre está presente...
y continuamente podría ir mejorando,
porque lo que sucedió es bueno o malo,
dependiendo de como yo te piense.
Y hay una parte de mi que aún te toca,
como el desierto a los ríos y va viviendo...
Y en ese rato en que nos aproximamos
y mis ojos palparon tu belleza,
yo sentí que no es la duración
que hace primavera,
ya que hay primaveras breves y esenciales
que centellan en el rocío del invierno...
Y no puedo distinguir si está lloviendo
o es el sol que te alumbra tiernamente.
Chile, vive en São Paulo, Brasil. Es profesor de Filosofía en la Universidad Mackenzie y en la Facultad de Filosofía de los Benedictinos de São Paulo. Es autor del libro “Fragmentos de Ternura, Filosofía e Desterro” (bilingüe: portugués – español).