Revista Internacional de Poesía "Poesía de Rosario" Nº 18
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Emilce Strucchi


PALABRAS POZO
 
 
 
Estás presente, intangible y eres todo el universo que formo en el espacio de mi cuarto. Tu ausencia brota temblando en el ruido del reloj, en el pulso de la   luz; respiras por el espejo.                                           
                  Frida Kahlo, en The Diary of Frida Kahlo
 
 
 
Aquí descanso yo, y en este pozo,
Pues que no siento, me solazo y gozo
 
Alfonsina Storni
 
 
 
 
 
 


Paridora
 
 
 
Parí mi ser infinito pero me arranqué a golpes de mí.
Fernando Pessoa
 
 
 
Amanece traslúcida, cada vez de amarillo.
 
Ella se incorporó,
            está sentada al borde de la cama.
                        Se mira, enajenada y somnolienta
                        al espejo que ocupa la puerta del placard.
 
Un block de notas torpes se arrellana en sus piernas.
            Germina los sonidos su cabeza,
                        sonidos que parecen ilusorios
llegados del ensueño con mano temblorosa sujeta a unos                             [jazmines
                                   desaguados jazmines.
 
Ella dibuja en su cabeza, incluso.
            Y se aparecen letras
indiscutibles letras
                        que se dispersan o se juntan
                                   formando bosquejos indescifrables.
 
 
La mujer entorna los párpados (se sospecha mujer y podría no serlo)
            investiga-tantea-intuye y…
¿cómo vaciar su armario de designios
                                   para buscar esencias
                                               deshacerse de historias macabras o insensatas?
 
Ella no deja de pensar en remotos ajuares y además…
            ¿cómo decir lo que está sucediéndole?
           
Tiene un frenético deseo de acorralarse en el placard,
            escaparle al horror del cuarto
                        con su mesa destartalada
                                   donde hay morfina llena
                                   hay jeringa llena que bien se conoce.
 
Vuelve a alzar la mirada
            y encuentra una sombra o un espectro que ya no la refleja.
 
Reconoce la muerte, está a su alcance y… 
            descubre su palabra frente a la propia Frida:
                        entonces le pinta o dice preguntas
                                   imaginadas
silenciosas.
 
 
Lo siniestro allí en el espejo
            corroído y menguado por las voces
            de preguntas inútiles;
                        y allí una poca luz que filtra la ventana
                                   como una bruma de peces dorados
                                   y difusos,
que brillan,
imitando maneras fantasmales.
 
Desde el cristal la Kahlo
mueve o parece revolear la pierna que le queda,
            se ríe a grandes bocanadas
            con el destello de los ojos.
 
Las imágenes pretenden diálogos o tal vez sus figuras.
 
La violencia y la seducción de un baile
            las representa cómplices
            de un fruto infecundo,
                        de frutales deshechos.
 
El reflejo de la mujer busca parir palabras
como revelación
simulacro
o entelequia.
Cerca, persiste la única ventana.
 
La mecedora cruje
            y sola,
            se hamaquea.
 
 
 
La paridora ¿será una fémina bestial?
¿o una linda matrona que amanece?
 
Fámula de lenguaje
lúbrico, escurridizo
ya no tiene recato.
Ni qué decir del pozo para palabras pozo
ni qué decir de duelos o de lenguas.
Ninguna novedad
más allá de la acritud de la vida.
 
La nacedora desde sí ¿será una mujer carente o sensual que puede todo y nada al mismo tiempo al modo en que la Kahlo fue pintada por su espejo del cuarto? ¿Será la idea, o esa mujer y su obrar?
 
Si ella jamás va a darse cuenta
qué me importa la desesperación
o encerradura en un placard
para espiar al mundo
y por qué no a la misma Frida
meciéndose en la espera,
deconstruyendo imágenes
de un enajenamiento
de tantos enajenamientos
que existen hasta en las virtudes.
 
Luchar por un lenguaje que cuerpo a cuerpo a cuerpo se resiste ¿es una afirmación exagerada? Tal vez hace falta dragar, hurgando y curioseando: la paridora bien pudiera ser quien a-tracción de sangre desmorona un amor que no será capaz de declarar posible.
 
Habrá que acostumbrarse:
nunca nadie responde.
Después de todo
ambicionar un hijo, únicamente en el deseo,
es la renuncia sobredicha.
 
Entonces nuestra nacedora ¿es la que se prodiga y se arrepiente-dentro de su clausura-, del odio o del amor que van despedazándole, que van demorándole la única certeza permitida?
 
            ¿Serán uno y lo mismo: la posibilidad y su derrota?
 
¡No digan que ocurrirá esta tragedia!
si todos nos iremos a Morir
 
arrastrando
demasiadas preguntas.
 
Pero... ¿dónde puse los signos?
¿Dónde?
¿En cuál bruma los puse?
 
¿Nunca se detendrá
esta libertina?
 
Yo no tengo su audacia.
 
 


Emilce Strucchi es poeta y narradora. Publicó Pleno de ausencia (cuentos y relatos, Ediciones Simurg, 2001); Los trofeos del abandono (poemas, Ediciones del Dock, 2003); La luz es otra cosa (poemas, Ediciones del Dock, 2004); AMANSALVA (poemas, Ediciones Deldragón, 2006) y Andar ligero (novela, Ediciones Godot, 2007). Su obra inédita incluye: Palabras pozo (poesía) y El hilo de qué (novela).
 
 
 
 
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